El Gran Milagro
Además del Aviso, la Santísima Virgen ha prometido un Milagro que podrá ser visto por millones de personas.
Fue en las apariciones de Garabandal donde la Santísima Virgen habló de este gran acontecimiento que vendrá al mundo inmediatamente después del Aviso que acabamos de explicar. Haciendo un resumen de todo lo que se ha revelado a la principal vidente Conchita González, podemos mencionar los aspectos esenciales que están vinculados a este gran Milagro que ocurrirá en las montañas de Garabandal, donde se localizan nueve pinos, lugar donde ocurrieron muchísimas de las apariciones que se verificaron entre los años de 1961 a 1965. ( cerca de 3000 )
Las características de este futuro Milagro son las siguientes:
· La vidente Conchita González anunciará al mundo la venida del gran Milagro ocho días antes de su fecha;
· Transcurrirá menos de doce meses entre el Aviso y el Milagro;
· Tendrá una duración entre 10 minutos y un cuarto de hora;
· Tendrá lugar en jueves, a las 20:30 horas, según el horario español;
· Ocurrirá entre los días del 6 y el 16 de los meses de marzo, abril o mayo;
· Ese día no será fiesta de la Virgen;
· Coincidirá el día del Milagro con la fiesta de un santo mártir relacionado con la Eucaristía
· Coincidirá también con un acontecimiento muy importante, raro, singular, tanto para la Iglesia como para toda la cristiandad, un acontecimiento feliz y venturoso;
· Será el Milagro mayor que Jesucristo haya hecho para el mundo después de su resurrección;
· Será el Milagro visible en la aldea de Garabandal y en las montañas de los alrededores. Podrá ser fotografiado, filmado, y así pues, probablemente televisado;
· Después del Milagro quedará en los pinos una señal milagrosa, que no podrá palparse pero sí podrá ser filmada, fotografiada y televisada;
· Los enfermos que asistan sanarán y los incrédulos creerán;
· No será necesario que las niñas videntes de Garabandal estén presentes en el momento de la realización de este Milagro;
· El Papa verá el Milagro “desde donde quiera que se encuentre;”
· Al día siguiente del Milagro, el cuerpo del difunto sacerdote Luis María Andreu será desenterrado y encontrado incorrupto;
Con objeto de ir desentrañando la naturaleza de este prodigio y la fecha de su posible realización y que arroja luz sobre cuándo ocurrirá el aviso, vamos a ver algunos hechos relacionados con este gran Milagro.
Anuncio Concerniente al Cuerpo del Padre Luis Andreu
La familia Andreu está compuesta de seis hermanos, cuatro de los cuales son Jesuitas: Alejandro, misionero en Venezuela; Ramón, fallecido en 2005; Luis, quien murió el día 9 de agosto de 1961; y Marcelino, misionero en Formosa. La Señora de Andreu, la mamá de los sacerdotes, quien había entregado al sacerdocio divino a cuatro de sus hijos, tomó el hábito de Salesa el 19 de marzo de 1962, e hizo su profesión solemne el 19 de marzo de 1965 estando presentes sus hijos por petición del Papa Pablo VI.
La muerte del Padre Luis María Andreu es uno de los puntos de referencia más importantes en la historia de Garabandal. El Padre Luis era profesor de teología en la facultad que la Compañía de Jesús tenía en la Provincia de Burgos. Cuando murió tenía 36 años. Había subido a Garabandal, junto con su hermano Ramón, los últimos días de julio de 1961, y volvió de nuevo el día 8 de agosto. Ese día el sacerdote de Garabandal, el Padre Valentín Marichalar, le dio las llaves de la Iglesia, y el Padre Luis ofició la que habría de ser su última misa. Hacia el atardecer las cuatro niñas cayeron en éxtasis dentro de la Iglesia. Luego salieron en éxtasis y el Padre Luis las siguió de principio a fin. Las niñas subieron – siempre en éxtasis – en marcha velocísima hasta los pinos. Se arrodillaron y cantaron el himno a San Miguel Arcángel. En ese mismo momento apareció el Padre profundamente emocionado y por cuatro veces repitió la palabra “¡Milagro, Milagro!”.
¿Qué ocurrió para que el Padre Luis pronunciara aquellas palabras de Milagro, Milagro…? Según las niñas el Padre vio el gran Milagro anunciado por la Virgen. Por él no lo sabemos, porque al regresar en coche, aquella misma noche, después de decir que había sido el día más feliz de su vida y de asegurar que estaba muy contento porque la Señora le había hecho un regalo, y de insistir en que se encontraba muy bien y que no estaba ni siquiera cansado, se quedó muerto en el coche sin hacer el menor movimiento, con una dulce expresión en su rostro.
En efecto, la noche del 8 de agosto el Padre Luis bajó en coche hasta el pueblo de Cosío. Era de la 1:00 de la mañana mientras la caravana de varios automóviles cruzaba el pueblo de Reynosa, cuando el Padre dijo lo siguiente:
“Estoy pleno de dicha. ¡Qué regalo me ha hecho la Virgen! Que suerte tener una madre así en el cielo. No hay que tener miedo a la vida sobrenatural. Las niñas nos han dado ejemplo de cómo hay que tratar a la Virgen. A mí no cabe duda que lo de las niñas es verdad. ¿Por qué nos habrá elegido a la Virgen a nosotros? Hoy es el día más feliz de mi vida.”
Diciendo él esto se quedó silencioso y al instante murió. En una clínica cercana no se hizo más que constatar su fallecimiento; sin embargo, el Padre no padecía ninguna enfermedad y murió sin agonía y sin sufrimiento.
Pero la historia del Padre Luis María Andreu no termina aquí. Tal y como Conchita afirma en su diario, las niñas afirman haber hablado con él durante uno de sus éxtasis. Según las videntes ellas veían la luz propia de las visiones, y, como saliendo de la luz, se oía la voz del Padre Luis. Las niñas decían lo siguiente: “Lo oíamos pero no lo veíamos. Se quedó un rato hablándonos y dándonos consejos. Nos dijo ciertas cosas de su hermano Ramón María Andreu y nos hizo rezar el Ave María en griego.”
En alguna ocasión sostuvieron este prodigioso diálogo estando presente su hermano, el Padre Ramón, quien al oírles aquella extraña versión se desilusionó enormemente, pensando que se trataba de un estado enfermizo de sensibilidad, donde las niñas, afectadas por la muerte de su hermano, decían ahora que hablaban con él como lo hacían antes con la Virgen Santísima. Mas la sorpresa del Padre Ramón fue grande cuando escuchó el diálogo de las niñas en un perfecto estado de éxtasis. En efecto, dice el propio Padre Ramón lo siguiente:
“Fui a ver a las niñas en éxtasis y escuché las conversaciones con el Padre Luis. Al cabo de un cierto tiempo, ya no sabía que pensar. Estaba verdaderamente estupefacto: las niñas repetían delante de mí las palabras de su visión, y las oía narrar la muerte de mi hermano y el desarrollo de los funerales… en otra ocasión, oí a las niñas en éxtasis decir que mi hermano Luis había muerto sin haber hecho su profesión de votos, como así era verdad. Hablaban también de mí y de mis votos: conocían la fecha precisa, el lugar exacto donde habían sido hechos, el nombre del Jesuita que los había hecho al mismo tiempo que yo. Comprendan mi asombro, mi estupefacción, ante ese preciso encadenamiento de detalles rigurosamente exactos, cuando yo sabía, sin duda, que las niñas no podían tener conocimiento de ellos, al menos humanamente… también oí a una de ellas recitar el Ave María en griego.”
Ahora bien, Conchita González explica en su diario, que el día que el Padre Luis repitió en cuatro ocasiones la palabra ¡Milagro, Milagro!, ella y las otras niñas videntes además de ver durante el éxtasis a la Santísima Virgen, también veían al Padre Luis, y la Virgen les dijo que el Padre Luis en ese momento la veía a Ella y también veía el futuro gran Milagro anunciado.
Posteriormente, el día 18 de julio de 1964, Conchita afirmaba en su diario lo siguiente:
“El día del Milagro, el cuerpo del Padre Luis Andreu será sacado incorrupto de su sepulcro...”
Y el día 2 de agosto, Conchita escribe al Padre Ramón lo siguiente: “…el 18 de julio de 1964 tuve una locución en la que se me dijo que al día siguiente del Milagro sacarán a vuestro hermano de la tumba, y encontrarán a su cuerpo incorrupto…”
Al respecto vale la pena mencionar el siguiente hecho: el Padre Andreu fue enterrado el 2 de agosto de 1961. Quince años después, es decir, a principios de 1976 el Seminario donde se encontraba enterrado el Padre Luis fue transformado en Sanatorio Psiquiátrico, por lo que tuvo que ser exhumado el cuerpo del Padre Luis que salió totalmente corrompido, en estado de esqueleto.
A través de este hecho la Providencia ha querido pues que la corrupción del cuerpo del Padre Luis Andreu haya sido constatada de manera irrefutable. Conchita ha dicho y repetido que la Virgen la había aclarado en una locución que al día siguiente del Milagro se encontraría intacto e incorrupto el cuerpo del Padre Luis. Por tanto, el anuncio no se refiere, pues, al estado del cuerpo antes del Milagro, sino después del Milagro, exactamente al día siguiente del Milagro.
¿Qué podemos decir de todo esto en relación con la historia del Padre Luis Andreu y el futuro milagro anunciado por Dios a través de María Santísima en Garabandal? Resulta claro que el Padre Luis el día 8 de agosto de 1961 hacia las 22:00 horas tuvo la visión de lo que será el gran Milagro futuro. Por tanto, que el único ser humano que ha visto el Milagro – y ya está muerto – es un sacerdote, el Padre Luis Esto nos inclina a pensar y a deducir válidamente de que el Milagro tendrá una relación muy clara con el sacerdocio. Esto no supone nada nuevo; las apariciones de Garabandal, además de ser eminentemente eucarísticas, son claramente sacerdotales, y todo ello en relación a los múltiples milagros en relación con la Eucaristía que ocurrieron en Garabandal, así como el hecho de una especial predilección mostrada a los sacerdotes durante la época de las apariciones.
Ahora bien, el Padre Luis dijo algunas frases muy significativas: “Estoy pleno de dicha. ¡Qué regalo me ha hecho la Virgen! ¡Hoy es el día más feliz de mi vida!”. La pregunta que nos hacemos es la siguiente ¿Cuál es el día más hermoso en la vida de un sacerdote? El día de su ordenación o el día de su primera misa. Sin embargo, el milagro proporcionará una alegría más intensa que el de la ordenación o el de la primera misa. ¿Qué se puede decir al respecto de esto? Dios no hace las cosas sin sentido, las coincidencias tienen una razón divina y a nosotros nos corresponde descubrir esta maravillosa lección.
El Padre Luis Andreu, en los pinos, hacia las 22:00 horas del día 8 de agosto de 1961, gritó por cuatro veces “¡Milagro, Milagro!”. Conchita dice en su diario que Padre Luis vio al mismo tiempo a la Virgen y al Milagro. Horas más tarde, el 9 de agosto en la madrugada, murió de amor y de gozo y también con una completa certeza sobre las apariciones. Sin duda alguna el Padre Luis murió de felicidad, y así lo comprobamos cuando la Santísima Virgen le dijo a Conchita precisamente que el Padre Luis había muerto de felicidad, por lo que los hombres en el futuro que vieran el gran Milagro no morirían de felicidad por una gracia especial que Dios les iba a conceder. Y nos seguimos preguntando ¿qué fiesta celebra la Iglesia el día 8 de agosto desde 1960 y la 9 de agosto antes de 1960? Ese día coincide con la festividad del Santo Cura de Ars, y no deja de llamar la atención que esta fiesta coincida con la visión del Milagro y con la muerte del Padre Luis. En todo eso hay un profundo significado. En efecto, al leer los escritos del Santo Cura de Ars – Juan María Vianney – se encuentra la siguiente frase:
“¡Oh, que cosa tan grande es ser un sacerdote! No se le comprenderá bien más que en el cielo. Si se nos dijera: “a tal hora se va a resucitar un muerto”, correríamos a toda prisa para verlo; ¿pero no es la consagración que cambian el pan y el vino en cuerpo y sangre de un Dios, un milagro mayor que resucitar un muerto? Después de la consagración, el buen Dios está allí como en el cielo. Si el hombre conociera la verdad de este misterio: ¡se moriría de gozo y de amor! Sólo la gracia divina en ayuda de nuestra debilidad nos conservaría con vida…”
Sin duda alguna el Padre Luis murió de felicidad. No pudo con el gozo y la verdad de lo que había visto; no contó con la gracia divina que lo hubiera mantenido en vida (como sí la tendremos en el día del futuro Milagro); pero lo que sí es contundente, es el hecho de que el Padre Luis tuvo, en un instante, con la gracia de Dios, el conocimiento y la comprensión, en esencia, del misterio del sacerdocio y de la Eucaristía, del misterio de la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo – tal y como lo dice el Cura de Ars – y que permanece oculto a nuestra debilidad humana. Así pues, podemos afirmar que el futuro milagro tendrá una íntima relación con el misterio del sacerdocio y de la Eucaristía, haciéndonos comprender por medio del éxtasis, en la luz de Dios, lo que son en realidad estos dos grandes misterios, y cómo los toma Dios, y que son ni más ni menos el alma y el corazón de nuestra Iglesia. El misterio de la Eucaristía que hoy es tan combatido, ignorado, despreciado e irreverenciado, serán puestos en magnificencia por parte de Dios para que podamos comprender el profundo amor que Él tiene por cada uno de nosotros, y que nos ha tenido desde aquella última cena con sus apóstoles y que le ha llevado a ofrecerse todos los días en el santo sacrificio de la Santa Misa, una vez y cada día, a su Eterno Padre, en reparación de nuestros pecados y para la salvación del mundo entero.
Que mejor que después del Aviso que habrá de venir al mundo y que dejará a los hombres sensibilizados de lo que es Dios y del estado de nuestras almas, después venga este Milagro fruto de la Misericordia de Dios que nos hará enamorarnos profundamente de la Eucaristía, como fortaleza necesaria y fundamento para los días de tribulación que habrán de azotarse al mundo y a la Iglesia.
Finalmente, ¿Por qué el cuerpo incorrupto del Padre Andreu? ¿Quiere Dios confirmar el origen sobrenatural de estas apariciones, lo que sería realmente innecesario después del aviso y el milagro? ¿O no será más bien, que nos deja entrever un signo de esperanza, dentro del contexto escatológico de estas apariciones, a través de la incorruptibilidad de un cuerpo previamente descompuesto, es decir, el anuncio de los cielos nuevos y la tierra nueva, que llegan más aprisa de lo que pensamos, y que será la plenitud del reino de Cristo en la tierra, en la cual “los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados?” (Cor 1, 15, 52).
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