El Aviso Comparado con el Juicio Particular

Se ha mencionado que el Aviso que vendrá al mundo será una especie de juicio particular en vida. Con el fin de entender lo que es el juicio particular y de deducir por analogía lo que será la gracia interior del aviso, existen dos textos dictados directamente por Jesucristo en 1943 y 1988 a dos instrumentos suyos, que resultan especialmente reveladores y que a continuación se transcriben en su parte conducente:

Dice Jesús:

“Quiero explicarte qué es y en qué consiste el Purgatorio… las almas inmersas en aquellas llamas no sufren sino por el amor.

No desmerecedoras de poseer la luz, más tampoco dignas aún de entrar inmediatamente en el reino de la luz, (mueren en estado de gracia pero no han purificado totalmente su alma) al presentarse ante Dios son revestidas por dicha luz. En una breve y anticipada bienaventuranza que le certifica de su salvación, les hace ver lo que será su eternidad y lo que hicieron a su alma privándola de años o de siglos de feliz posesión de Dios. Inmersas después en el lugar de expiación, se ven penetradas de las llamas expiatorias…”

“Este es el tormento: el alma recuerda la visión de Dios habida en el juicio particular. Si llega consigo aquel recuerdo es porque, aún cuando no sea más que el haber entrevisto a Dios, representa un gozo que supera toda otra cosa creada y el alma se deshace en deseos de volver a gozar de aquella dicha. Aquel recuerdo de Dios y aquella luz que la penetró al comparecer ante Él, hacen efectivamente que el alma “vea en su exacta dimensión las faltas cometidas contra su bien, y este “ver” junto con el pensamiento de que con aquellas faltas se privó voluntariamente para años o para siglos de la posesión del cielo y de la unión con Dios, constituye su pena purgativa.”(María Valtorta. Cuadernos 1943. Dictado el 17 de octubre. Página 442).

Este primer texto autocertifica su autenticidad. En él se describe insuperablemente las consecuencias para el alma de ver a Dios por un instante. De algún modo esto será precisamente el aviso. Hemos visto que diversos videntes lo denominan con el nombre de juicio particular o “juicio en miniatura”. Ahora se entiende mejor por qué el aviso será como una llama interior que vibrará al unísono de un fenómeno exterior semejante para la naturaleza terrestre.

El segundo texto seleccionado, sigue también las mismas ideas, 45 años después:

“¡Alma, si tan sólo supieras cuantas almas sufren en este momento en el Purgatorio… yo he liberado sus almas de sus cuerpos y les he mostrado Mi Santo Rostro sólo un instante. Y sus ojos, liberados al punto de su velo, viéndome cara a cara en Mi Pureza y Mi Luz, instantáneamente se han puesto en presencia de la Verdad. Al comprobar cuán machadas están sus almas por el pecado, a pesar de su ardiente deseo de echarse en mis brazos abiertos y seguirme, comprenden que esto es imposible antes de limpiar su alma. Entonces, en su intenso dolor de arrepentimiento, se retiran y se preparan para ser purificadas. Esto les duele y les consume, más allá de lo que puede decirse, porque no pueden verme. Mi ausencia les consume. En el Purgatorio, la causa de su mayor sufrimiento es mi ausencia. Ellas experimentan también otros sufrimientos, con fuego, según sus pecados.

“Preparad vuestras almas por anticipado. Creación, no esperéis que la muerte os arroje en las sombras. Guardad vuestra alma limpia y sin tachas, alimentaos de Mi Cuerpo y bebed Mi Sangre lo más a menudo que podáis. Arrepentíos muchas veces. Estad dispuestos para ese día. Ayunad. El ayuno os ayuda. Escuchad mi voz y preparad vuestras almas, como si nuestro encuentro debiera ocurrir hoy mismo. No esperéis. Esperar es dormirse, esperar es dejar vuestras lámparas sin aceite. Estad prestos a encontrar a vuestro Salvador. Yo os amo a todos hasta la locura. Comprended que por Mi Misericordia insondable quiero preparados a todos.” (Vassula Ryden. La Verdadera Vida en Dios. Dictado del 19 de agosto de 1988. Página 350).

Preparación Personal para el Aviso

Siguiendo la analogía del juicio particular, el aviso es algo que puede y debe ser preparado interiormente. El hecho de que después del aviso seguiremos viviendo, no debe llenarnos de simple espera. Esta sería más propia de hombres insensatos que dejan escapar un gran tesoro de sus manos; por eso y para obtener el máximo provecho de esta gracia única en la historia de la salvación, es más razonable actuar del mismo modo que si nos dieran la noticia de que nos vamos a morir en una fecha cercana y determinada. Aún en el caso de que tuviéramos una vida espiritual activa, esa noticia nos espolearía a poner los medios para mejorar en lo posible antes de aquel día. Con mucha mayor razón se daría esta actitud en el caso de que nuestra vida sea de tibieza o abandono espiritual.

Nuestro Señor nos pide que estemos preparados para este juicio Suyo con el fin de que esta confrontación de nuestro personal estado interior frente a Su infinita belleza, obtenga el máximo fruto de acercamiento espiritual a Dios, y sea lo menos traumática posible para nosotros. Para ello nos sugiere que nos examinemos más cada día y recemos en reparación, sobre todo aquellos que hemos tenido la gracia de conocer el mensaje mariano desde hace ya algunos años, porque a mayor talento mayor responsabilidad. Dice nuestra Señora a Mathew Kelly:

“¿Veis ya lo importante que son estos tiempos? No esperéis a este juicio en pequeño, debéis empezar a mirar a vosotros mismos más de cerca para poder ver vuestras faltas y arrepentiros. Sois afortunados de tener la fe necesaria para leer, creer y aceptar este mensaje; no debéis apartaros de él con indiferencia. Debéis examinaros más cada día y rezar en reparación. Todos vosotros sed como el ciego. Cada día deberíais gritar “Señor, abre mis ojos”, y mi Hijo abrirá vuestros ojos para que podáis ver vuestra miseria y os arrepintáis(6 de junio de 1993).

Y en otra ocasión el Señor dijo:

Sobre todo, no temáis. No os digo todo esto para asustaros.. Os envío este mensaje para ahorraros todo el dolor que pueda, pero el dolor que experimentaréis al ver las tinieblas de vuestra alma es un acto de Amor por mi parte. ¿No veis que esto hará volver muchas almas, muchas almas a un Amor a Mí más pleno? Esto salvará muchas almas del fuego del infierno.”

Asimismo, la Santísima Virgen también ha pedido particularmente 3 cosas para poder prepararnos de una manera especial: 1.-ser humildes, 2.- hacer caso al mensaje urgente de conversión y 3.- vivir en gracia de Dios. Para los que se burlan de este mensaje, a ellos les convendría perfectamente el lamento trágico del Evangelio: ¡Más les valdría no haber nacido! Por el contrario, para los que ya viven de acuerdo con el mensaje mariano y el espíritu del Evangelio, el aviso deberá suponer, además de un mayor conocimiento personal, una especial madurez espiritual y un fuerte impulso en el crecimiento espiritual para prepararnos a los acontecimientos dolorosos y a la gran prueba que llegará para el mundo y para toda la Iglesia.

Como consecuencia de todo lo que hemos dicho, el aviso será pues una gran prueba divina de primera magnitud, que pondrá al hombre en una disyuntiva clara de seguir o de rechazar a Dios. El conocimiento adquirido de nuestra alma y de nuestra situación frente al destino trascendente, hará que cada uno tome sus propias decisiones radicales. La indiferencia no cabrá, al menos como reacción natural e inmediata al Aviso, ya que la interpelación habrá sido la más profunda y fulminante de nuestra vida, totalmente personal y dirigida a lo más íntimo de nuestro ser. Algo semejante ocurrió en el cielo con los ángeles. La prueba que Dios les puso a ellos dividió las respuestas y como consecuencia originó la gran batalla. En la tierra, aunque los hombres no tenemos una voluntad similar a la de los ángeles, una prueba tan evidente va a producir una radicalización entre el bien y el mal y una lucha mucho más intensa entre los seguidores de ambas posturas. Se verá más claramente la división de la Mujer Vestida del sol y la Gran Ramera que ha fornicado con los reyes de la tierra.

De todas formas, incluso entre los que tomaron la decisión de enderezar su vida hacia Dios, la batalla de cada día y las tentaciones del demonio harán que el polvo se siga pegando al alma en su caminar o que el cansancio espiritual enfríe ese primer fervor, de modo tal que muchos dudarán de lo que vieron y sintieron en el Aviso. Por otro lado, entre los que siguieron al mal, especialmente entre los que lo hicieron por seguir instintos materiales y apegamientos más que por orgullo o soberbia, pueden pasar por vicisitudes que les hagan reconsiderar aquella decisión equivocada al inicio del Aviso. Para todos ellos, Dios, a modo de última oportunidad, volverá a recordar lo que un día entendimos sobre nosotros mismos en el Aviso, pero no mediante un fenómeno universal, sino a través de un acontecimiento que se conoce como el milagro, y del que hablaremos más adelante.

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