Otros videntes nos hablan del Gran Aviso de Garabandal


En 1836, la Beata Ana María Taigi gran profeta de nuestros tiempos y una de las grandes místicas más extraordinaria de la Iglesia, recibió una revelación sobre este evento, en los siguientes términos:

“Habrá un momento de Iluminación de las Conciencias en donde cada persona se verá a sí misma como la ve Dios. De esta iluminación resultará la salvación de muchas almas, porque muchos se arrepentirán como resultado de esta advertencia, de este milagro de iluminación propia.”. (Idem. P. 27).

En abril de 1968, nuestro Señor le transmitió a Rosa Quattrini, conocida como Mama Rosa, vidente de la aparición en San Damiano, Italia, las siguientes palabras:

“Vendré a dar una gran Luz para alumbrar a todas las almas. Pero será muy tarde para aquellos que no entienden el amor de una Madre. Estarán todos en el centro de un gran Juicio”.

La estigmatizada Elena Leonardi, en Roma, Italia, también fue advertida sobre el Aviso el 2 de abril de 1976, cuando la Virgen le dijo: “Muchos signos nunca antes vistos ocurrirán en el mundo como un Aviso a los hombres de que la medida está llena. Vendrá el temido momento cuando mi Hijo hablará con Su Voz de Juez y dará el veredicto sobre una ansiosa y drogada humanidad”.

En 1980, la vidente de Betania, Venezuela, María Esperanza, tiene el siguiente mensaje:

“Está llegando el gran momento de un Gran día de Luz. La conciencia de este amado pueblo debe ser sacudida violentamente para que pongan sus asuntos en orden y ofrezcan a Jesús la justa reparación por las infidelidades cometidas diariamente.” (Ted Flynn. El Trueno de la Justicia. P. 328.)

La vidente irlandesa de reconocida fama por sus estigmas en su cuerpo, Cristina Gallagher, en 1988 también fue advertida de este acontecimiento:

“Vendrá una señal por la cual toda la humanidad experimentará un conocimiento externo de que Dios existe, y sabrá que proviene de Dios; todos se verán a sí mismos como realmente son.”

En Cold Spring, Kentucky, el 20 de diciembre de 1992, la Virgen María dijo:

“Pronto vendrá un tiempo donde cada uno dará una mirada personal e individual a sus almas y verán debilidades y falsedades. Cada alma tendrá que pasar por esto sin excepción.”(Thomas Petrisko. Ob. Cit. P. 46.)

En otro mensaje la Santísima Virgen le reveló al Padre Gobbi lo siguiente:

Cada hombre se verá a sí mismo en el fuego abrasador de la divina verdad. Será como un juicio en pequeño… Lo que ocurrirá será algo tan grandioso que sobrepasará todo lo que ha sucedido desde el principio del mundo. Será como un juicio en pequeño y cada uno verá su propia vida y todo lo que ha hecho, a la luz misma de Dios.” (Octubre de 1992).

En otro mensaje dado en Estados Unidos, la Santísima Virgen reveló a una vidente, que vive en el anonimato, lo siguiente:

“Esta será la única vez en la historia de la humanidad que el hombre recibirá el mismo conocimiento que en la hora de su muerte. ¡Este será mi gran acto de misericordia! Cuando el hombre se enfrente con los pecados de su vida, ese momento le pertenece. Yo repararé todo, pero él debe pedírmelo. Yo perdonaré todo, pero él debe arrepentirse. Yo llevaré a todos nuevamente a Mi Corazón, pero son ellos los que deben regresar por sí mismos.”

En 1941 la vidente de la Santísima Virgen, Felisia Sistiaga de Arrieta, en el Alto Umbe, en la provincia de Vizcaya, Bilbao, norte de España, recibió un mensaje de la Santísima Virgen:

“Daré un Aviso, haré un Milagro, lo verán todos, pero la humanidad – salvo una pequeña minoría – seguirá sin creer. Antes del castigo os daré un Aviso: se iluminará el cielo con una gran cruz que al descomponerse producirá una inmensa luz blanca de tal fuerza que incluso impedirá ver el sol. Durará cuatro horas y muchos morirán de la impresión… a continuación un viento ardiente azotará toda la tierra.” (Francisco Sánchez Ventura. Y el Agua Seguirá Curando. Ed. Círculo. Zaragoza, España. 1983. P. 156.)

La vidente Amparo Cuevas del Escorial en España, cerca de Madrid, en 1980 también recibió un mensaje sobre este Aviso:

“Antes del castigo, habrá un Aviso en el cielo; todos lo verán. Un Astro iluminará la tierra y parecerá que el mundo está en llamas. Durará 20 minutos… muchos morirán de la impresión.” (Citado por Luis E. López Padilla. Advertencias Marianas. México, D.F. 1987. P. 161.)

En mensajes muy esclarecedores sobre el aviso, leemos lo transmitido por Nuestro Señor a J.N.S.R., en Dozulé, Normandia, Francia:

He aquí los Tiempos del Fin, los que cerrarán esta época sin Dios y abrirán el tiempo de una era nueva, la de la paz con Dios. Yo quiero acercaos los unos a los otros en Mi Paz, en Mi Amor de Padre. Para esto emplearé lo que los mismos hombres han desencadenado y que vosotros llamáis el Gran Aviso. (20 de junio del 1997).


Conclusiones


El Aviso será fruto de la justicia y de la misericordia de Dios. De su justicia, porque nos va a purificar nuestros pecados; y de su misericordia, porque nos dará la oportunidad de una mayor conversión en nuestra vida espiritual. Este aviso será visto y sentido en el mundo entero y será obra de la intervención directa de Dios. El aviso que vendrá al mundo será algo externo a nosotros que sucederá en el firmamento: será vista una luminosidad desconocida simultánea en toda la tierra, que durará algunos minutos, acompañada de un fuego ardiente que podría ser la consecuencia del paso de un asteroide muy cercano a la tierra, y que a pesar de su aparatosidad, no producirá en sí mismo la muerte; pero internamente – y esto es lo más importante – veremos nuestra conciencia ante la justicia de Dios: lo que hemos hecho mal y lo que hemos dejado de hacer. En una palabra, una especie de juicio particular en vida. Todos los hombres caerán entonces en un “éxtasis” durante el cual se desarrollará la gracia interna de la conversión personal específica del Aviso. Esta parte interna producirá un susto aún mayor que los fenómenos externos, de modo que la salud de algunos no podrá soportarlo y serán los únicos muertos que producirá este hecho. Por tanto, nadie morirá a consecuencia del Aviso a no ser que sea de la impresión, del shock.

Durante los 20 minutos aproximadamente que dure este Aviso, según los videntes, como tantas veces sucede en los momentos más intensos de la vida, el tiempo exterior no coincidirá con el tiempo transcurrido subjetiva o interiormente. Tendremos la sensación de que todo ha durado mucho más de lo que ha sido en realidad. En esos minutos, viviremos interiormente una gracia especial de carácter personal que la Virgen ha obtenido de la Infinita Misericordia de Dios para todos los hombres. Su contenido, como era de esperar, nos causará una honda impresión y un gran dolor interior. Será como trasladar a nuestra alma el fuego exterior visible en esos momentos.

En ese instante, una luz interior iluminará con toda claridad el estado de nuestra propia conciencia, de modo semejante a como ocurrirá en nuestro juicio particular. En un tiempo en que los hombres han perdido la conciencia de pecado ante Dios, todos veremos nuestros pecados y cuánto lo ofendemos cada día. Nuestra alma al ver sus imperfecciones y pecados comprenderá la distancia que le separa de Dios y, por tanto, de poder gozar de su perfección para la que ha sido creada. Comprenderemos entonces con toda su dimensión lo que significa la posibilidad de perder a Dios, lo cual actuará en nosotros como una terrible llama abrasadora.

De lo anteriormente dicho, la naturaleza del aviso de Garabandal queda al descubierto: experimentaremos un shock intenso, ligado a otro shock exterior desencadenado por un fenómeno cósmico impresionante, que nos hará tomar conciencia de algunas realidades:

Que Dios existe; de su grandeza y perfección y de su amor por nosotros.

Que nuestros pecados también existen y que nos separan de él.

Que esta separación, esta ausencia de Dios en nosotros más o menos grande según la vida de cada uno, será para nosotros sumamente dolorosa, hasta el límite de lo soportable, y traerá consigo un grandísimo pesar y remordimiento, y para muchos la conversión que Dios espera de cada uno de nosotros. Este dolor penitencial, si lo aceptamos como tal, nos permitirá como toda penitencia, participar del sacrificio de Cristo en su pasión. El Aviso será pues una gracia salvadora de Dios ante nuestros ojos que nos permitirá ver el estado de nuestra alma y las consecuencias de nuestros pecados; sin embargo, podemos rechazar esa gracia en orden a nuestra conversión.

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