Qué es Profecia?

Explicación de la imagen San Bernardo de Claraval, predicando en la Segunda Cruzada. Fiesta 20 de Agosto. Gran Santo, Escritor, Mariologo y Profeta.

Sobre la Profecía (Parte I)

Según el uso del término en la teología mística, se aplica tanto a las profecías de la Escritura canónica como a las profecías personales. Entendido según su sentido estricto, significa el conocimiento anticipado de eventos futuros aún cuando en ocasiones se aplica a eventos pasados de los que no se tiene memoria, y a presentar sucesos que no pueden ser conocidos a la luz de la razón natural. San Pablo, hablando de la profecía en 1 Corintios 14, no limita su significado a la predicción de eventos futuros, sino que incluye las inspiraciones Divinas sobre lo que es secreto, sea que haya sucedido o no. Sin embargo, conforme se revelan las manifestaciones de sucesos pasados o misterios ocultos actuales tenemos que entender aquí por profecía lo que significa en su sentido propio y estricto: la revelación de sucesos futuros. La profecía consiste en el conocimiento y en la manifestación de lo que se sabe o se conoce. El conocimiento debe ser sobrenatural e inspirado por Dios ya que trata de sucesos más allá del poder natural de la inteligencia creada, y el conocimiento debe manifestarse mediante signos o palabras pues el don de la profecía se da en primer lugar para el bien de otros y por lo tanto necesita ser manifestado. Es una luz Divina por la que Dios revela sucesos del futuro y con la que son representadas de cierto manera mental al profeta, cuya obligación es manifestarlas a los demás.

División

Los escritores de teología mística examinan las profecías sobre la base de la iluminación de la mente, a los objetos revelados y a los medios por las que el conocimiento se expresa a la mente humana. En razón de la iluminación de la mente la profecía puede ser perfecta o imperfecta. Se le llama perfecta cuando se da a conocer no solo el objeto revelado sino también la revelación misma, esto es, cuando el profeta sabe que es Dios quién habla. La profecía es imperfecta cuando el que la recibe no sabe con claridad o suficientemente de quien procede la revelación o si el que habla es el espíritu profético o del individuo. A esto se le llama instinto profético donde es posible que el individuo haga un juicio incorrecto, tal como sucedió con Natán que le dice a David cuando éste planeaba construir el Templo a Dios: “ Anda, haz todo lo que te dicta el corazón, porque el Señor está contigo” (II Samuel, vii, 3) (N. del T. la versión en inglés dice: II Reyes, vii, 3). Sin embargo esa misma noche el Señor ordenó al Profeta a regresar con el rey y decirle que la gloria de la construcción del edificio del templo no estaba reservada para él, sino para su hijo. Benedicto XIV, citando a San Gregorio, explica que algunos santos profetas por la práctica frecuente de la profecía, han profetizado de su propia cosecha de algunos sucesos considerando que estaban influenciados con el espíritu profético.

En razón del objeto, existen de acuerdo a Santo Tomás (Summa II-II: 174: 1) tres clase de profecía: profecía de denuncia, de presentimiento y de predestinación.

En la primer clase Dios revela eventos futuros subordinados a sucesos de orden secundario, que puede ser que se cumplan o no sobre la base de otros sucesos que a su vez podrían necesitar de una fuerza milagrosa para impedir que no ocurriesen, y aún cuando los profetas no lo expresen y parezca que hablan con certidumbre podrían no suceder. Isaías habló de esta manera cuando le dijo a Ezequías: “Ordena en tu casa, porque morirás, y no vivirás” (Is, xxxviii, 1). A esta categoría pertenece la profecía de la promesa, como la mencionada en 1 Samuel, ii, 30 (N. del T. en la versión en inglés dice: 1 Reyes, ii, 30): “Por eso –palabra de Yahve, Dios de Israel- yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre en mi presencia”, lo que no se cumplió. Fue una promesa condicional hecha a Elí que dependía de otras causas las cuales impidieron su cumplimiento.

La segunda, de presentimiento, tiene lugar cuando Dios revela eventos futuros que dependen de una libre decisión y los cuales ve presentes desde la eternidad. Tienen referencia a la vida y a la muerte, a la guerra y a las dinastías, a los asuntos de la Iglesia y el Estado así como a los de la vida del individuo.

La tercer clase, la profecía de predestinación, toma lugar cuando Dios revela lo que hará, y lo que ve presente en la eternidad y en Su decisión absoluta. Esto incluye no solo el secreto de la predestinación a la gracia y a la gloria sino también aquellos sucesos que Dios ha decretado absolutamente que hará por Su poder supremo y que pasarán infaliblemente.
Los objetos de profecía también pueden verse con respecto al conocimiento del hombre:
Cuando un evento puede estar más allá del conocimiento naturalmente posible del profeta, pero puede estar dentro del alcance del conocimiento humano y ser conocidos por otros que atestiguan el hecho, como por ejemplo el resultado revelado a Pío V de la batalla de Lepanto.
Cuando el objeto sobrepasa el conocimiento de todos los hombres, sin que esto signifique que sea desconocido sino que la mente humana no puede recibir naturalmente el conocimiento tal como el misterio de la Santísima Trinidad, o el misterio de la predestinación.

Cuando los sucesos que están más allá del conocimiento de la mente humana y no son posibles de ser conocidos a causa de que su verdad aún no ha sido desvelada, tal como sucesos eventuales futuros que dependen del libre albedrío. Se considera que esta es la forma más perfecta de profecía en razón de su generalidad y de abarcar todos los eventos que son desconocidos.
Dios puede iluminar a la mente humana en cualquier forma que desee. En muchos casos hace uso del ministerio angélico para las comunicaciones proféticas, Él mismo puede hablar al profeta e iluminarlo. Asimismo la luz sobrenatural de la profecía puede trasmitirse al intelecto, o a través de los sentidos o la imaginación. Las profecías pueden tener lugar aún y cuando los sentidos estén suspendidos en éxtasis, aunque esto en terminología mística se llama trance.
Santo Tomás enseña que los sentidos no se suspenden de cuando algo se presenta a la mente del profeta a través de ellos y tampoco es necesario que se suspendan cuando la iluminación es instantánea; pero esto sí es necesario que ocurra cuando la manifestación es hecha a través de la imaginación, por lo menos al momento de la visión o al escuchar la revelación, ya que es cuando la mente esta separada de las cosas externas para fijarse completamente en el objeto manifestado a la imaginación. En tal caso no puede formarse un juicio perfecto de la visión profética durante la separación del alma, puesto que los sentidos necesarios para comprender correctamente los sucesos o cosas no pueden actuar, y es solamente cuando el hombre se reintegra a sí mismo y despierta del éxtasis que puede discernir y conocer apropiadamente la naturaleza de su visión.

Continuará....

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