MARÍA MADRE DE LA MISERICORDIA
La Madre de Dios de la Misericordia de Ostrobrama (Puerta de la Aurora, Vilna)
Desde principios del siglo XVII, en el Santuario mariano de Vilna, en Ostrobrama (Puerta de la Aurora), los fieles veneraban ya a la Virgen María sin el Niño Jesús, en una actitud orante con los brazos cruzados, en un gesto con el que expresa su "fiat" en el momento de la Anunciación, o al pie de la cruz. En esta imagen, de autor desconocido, María fue venerada desde el principio como la Madre de la Misericordia. En el gran portal del Santuario donde se halla la imagen, estaba escrito en polaco, Madre de la Misericordia, bajo tu amparo recurrimos a Ti Después de la caída de la sublevación de enero, las autoridades rusas ordenaron poner una inscripción en latín; luego, no fue hasta que Polonia recuperó la indepencia, cuando se volvió a la versión original en polaco, pero en 1946, al llegar el comunismo, apareció otra vez en la Puerta de la Aurora el mismo texto en latín. La cabeza de María está rodeada por una preciosa aureola de la que salen los rayos del sol, entre los que se ven estrellas del cielo; en la parte inferior de la imagen, hay una media luna creciente (que fue ofrecida como un exvoto), y que completa toda la composición. Estos atributos de la imagen aluden a las palabras del Apocalipsis de san Juan: Un gran signo apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza (Ap. 12:1). Así pues, Nuestra Señora de Ostrobrama no sólo es la Madre del Hijo de Dios en el misterio de la Encarnación, la Madre que participa en la obra de la Redención (con su "fiat" pronunciado al pie de la cruz), sino que también es la Mujer glorificada, vestida del sol y coronada de estrellas. Es Aquella que intercede continuamente por la Iglesia que peregrina por la tierra, y que tantas veces está expuesta a diversos peligros. Sus imágenes se encuentran en muchas iglesias, conventos y casas particulares, tanto en Lituania como en Polonia.
MARIA MADRE DE LA MISERICORDIA Y SOR FAUSTINA
María Madre de la Misericordia ocupa un lugar especial en la escuela de espiritualidad de Santa Sor Faustina. La devoción a la Madre de Dios le fue inculcada a Sor Faustina en el ámbito de la familia y se profundizó mucho en la vida en el convento. La favorecia la espiritualidad de la Congregación, cuya Patrona principal es la Madre de Dios de la Misericordia y también el contacto muy per- sonal con María. En numerosas revelaciones, visiones y encuentros, María le daba a cono- cer el misterio de la misericordia de Dios en su vida, la instruía, reforzaba, acompañaba en la misión profética de la Mise- ricordia. Soy Madre de todos gracias a la insondable misericordia de Dios (Diario 449) – dijo – Yo soy no sólo la Reina del Cielo, sino también la Madre de la Misericordia y tu Madre (Diario 330).
Para Sor Faustina, María era, ante todo, la Madre del Hijo de Dios, de la Misericordia Encarnada y por la misericordia de Dios, también la madre de cada persona. María como la Madre más tierna y más buena, y como la Maestra de la vida espiritual, enseñaba a Sor Faustina a contemplar a Dios en el alma, obedecer la voluntad de Dios, amar la cruz y cuidar las virtudes que condicionan la actitud de confianza ante Dios y de misericordia ante el prójimo. Vi a la Santísima Virgen – escribió Sor Faustina- que me dijo: Oh, cuán agradable es para Dios el alma que sigue fielmente la inspiración de su gracia. Yo di al mundo el Salvador y tú debes hablar al mundo de su gran misericordia y preparar al mundo para su segunda venida. Él vendrá, no como un Salvador Misericordioso, sino como un Juez Justo. Oh, qué terrible es ese dia. Establecido está ya el día de la justicia, el día de la ira divina. Los ángeles tiemblan ante ese dia. Habla a las almas de esa gran misericordia, mientras sea aún el tiempo para conocer la misericordia. Si ahora tu callas, en aquel día tremendo responderás por un gran número de almas.No tengas miedo de nada, permanece fiel hasta el fin , yo te acompaño con mis sentimientos (Diario 635).
Cuando la Congregación eligió a María como su superiora celestial, el 15 de agosto de 1937, Sor Faustina vio en una visión a todas las hermanas cubiertas con el manto de la Virgen y oyó las palabras de una gran promesa: cada una que persevere fielmente hasta la muerte en mi Congregación , evitará el fuego del purgatorio y deseo que cada una se distinga por estas virtudes: humildad y silencio, pureza y amor a Dios y al prójimo, compasión y misericordia. Después de estas palabras desapareció toda la Congregación, me quedé sola con la Santísima Virgen que me instruyó sobre la voluntad de Dios, cómo aplicarla en la vida sometiéndome totalmente a Sus santísimos designios.Es imposible agradar a Dios sin cumplir su santa voluntad. – Hija mía, te encomiendo encarecidamente que cumplas con fidelidad todos los deseos de Dios, porque esto es lo más agradable a Sus santos ojos. Deseo ardientemente que te destaques en esto, es decir en la fidelidad en cumplir la voluntad de Dios. Esta voluntad de Dios, anteponla a todos los sacrificios y holocaustos (Diario 1244).
La devoción a la Madre de Dios es otro elemento significativo de la espiritualidad de Santa Sor Faustina. La aprendía desde pequeña. Siendo niña, desde por la mañana oía a su padre alabando a la Virgen María con cantar „godzinki” sobre Su inmaculada concepción (godzinki son las cancio- nes populares polacas en honor de María, basadas en la Liturgia de las Horas). La familia de los Kowalski, en mayo tenía la costumbre de cantar en común las letanías a Nuestra Señora y en octubre rezar el rosario. En la habitación, junto a Jesús Crucificado había una figurita de la Madre de Dios, delante de la cual la familia se arrodillaba cada día para orar. Enfrente de la casa, en un peral, se encontraba una pequeña capilla, delante de la cual la familia oraba en los meses de verano. Se puede decir que María estaba pre- sente en la vida de Sor Faustina desde la cuna, por lo tanto era muy natural que Sor Faustina se dirigiera a la Santísima Virgen en cada necesidad. Al ir a Varsovia para entrar a un convento, Sor Faustina primero buscó consejo y ayuda de la Madre de Dios. Cuando bajé del tren- recuerda este aconteci- miento- y vi que cada uno se fue por su camino, me entró miedo: ¿Qué hacer?¿A dónde dirigirme si no conocía a nadie?Y dije a la Madre de Dios: María, dirígeme, guíame. Inmediatamente oí en el alma estas palabras: que saliera de la ciudad a una aldea donde pasaría una noche tranquila. Así lo hice y encontré todo y tal como la Madre de Dios me había dicho (Diario 11).La descripción de este acontecimiento es una prueba de la sencillez con la que esta muchacha de 19 años trataba con la Madre de Dios y de cómo sabía escuchar sus mandatos.
A los 20 años Elenita entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia donde su devoción a María creció y se hizo aún más profunda. Desde entonces era hija de Aquella que proclama la misericordia de generación en generación, la conoce más a fondo, sabe su precio y sabe cuán alto es (Dives in Misericordia 9); que unió su vida a la obra salvífica de su Hijo. Sor Faustina, siendo una buena hija aprendía de la Madre a cumplir su vocación, participar en la misión de Jesús que revela al mundo el misterio del Padre Misericordioso, cooperar con Jesús en la obra de salvar las almas perdidas, amar a Dios y a los hombres.
María Madre
De entre los numerosos títulos que tiene María, los que más frecuen- temente aparecen en los escritos de Sor Faustina, son: Madre, Madre de Dios, mi Madre.
En la Congregación a la cual el Señor Jesús llamó a Sor Faustina, la Santísima Virgen María es venerada de modo especial con el título de la Madre de Dios de la Misericordia. Ella, como nadie, experimentó la mise- ricordia, porque fue preservada del pecado original, colmada de la plenitud de la gracia y elevada a la dignidad de la Madre del Hijo de Dios. Ella dio al mundo la Misericordia Encarnada y es, al mismo tiempo, la que también de manera excepcional ha hecho posible con el sacrificio de su corazón la propia participación en la revelación de la misericordia de Dios (Dives in Misericordia 9), cuando en el Calvario estaba a los pies de la cruz de su Hijo. Por eso María es la que conoce más a fondo el misterio de la misericordia deDios. Sabe su precio y sabe cuán alto es (Dives in Misericordia 9). María también a través de la participación escondida y, al mismo tiempo, incompa- rable en la misión mesiánica de su Hijo, ha sido llamada singularmente a acercar a los hombres al amor que Él había venido a revelar (Dives in Misericordia 7). Por tanto, las hermanas de la Madre de Dios de la Misericor- dia, imitando a su Santísima Patrona, veneran a María bajo esta advocación. La presenta la figura de María con los brazos extendidos, dispuestos a ayudar, y cubiertos con el manto que desde siempre se utilizaba en la icono- grafía como símbolo de la protección y la misericordia de la Madre de Dios.
Sor Faustina veneraba siempre a María como Madre del Hijo de Dios, de la Misericordia Encarnada. Nunca había tratado a María de modo autónomo sino siempre en relación con Jesús, como Su Madre participante en la misión salvífica del Hijo. En numerosas revelaciones la Santísima Madre se le aparecía a Sor Faustina junto con su Hijo (Diario 608, 846 y otros), o como aquella que conduce hacia Él, concentrada toda en Él y participante en Su obra de salvar las almas.
Sor Faustina habló mucho en su Diario del papel de María como Madre de la Misericordia. Veía la misericordia que María experimentó de modo sin- gular y la misericordia con la cual Dios colma a los hombre a través de Ella.
A través de Ella, como a través del cristal puro,
Ha llegado a nosotros tu misericordia,
Por su mérito el hombre se hizo agradable a Dios,
Por su mérito todos los torrentes de gracias
fluyen sobre nosotros (Diario 1746).
María era para sor Faustina la Madre del Hijo de Dios y también su propia Madre espiritual. La Madre de Dios le recordó de modo especial la verdad proclamada por la santa Iglesia sobre la maternidad espiritual de María, mostrándola como el don de la misericordia de Dios. Durante la fiesta patronal de la Congregación – escribió Sor Faustina – vi a la Santísima Virgen, indeciblemente bella que se acercó a mí, del altar a mi reclinatorio y me abrazó y me dijo estas palabras: Soy Madre de todos gracias a la insondable misericordia de Dios (Diario 449, cfr. Diario 805). Le dijo también: Hija mía, por mandato de Dios, he de ser tu madre de modo exclusivo y especial, pero deseo que también tú seas mi hija de modo especial (Diario 1414).
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