La Virgen del Pilar de Zaragoza
El primer santuario mariano del mundo es El Pilar de Zaragoza en España. Allí se aparece nuestra Madre el año 40 de nuestra Era, cuando todavía vivía en la tierra. Se aparece al apóstol Santiago a orillas del río Ebro, viniendo rodeada de ángeles y trayendo su imagen sagrada sobre un pilar de jaspe de unos 50 cms. de alto, que todavía se conserva. Durante siglos, generaciones de católicos españoles y de todo el mundo han besado este pilar bendito, que ya tiene un pequeño hueco de tantos besos recibidos del amor de sus hijos.
Veamos lo que la beata Ana Katharina Emmerich, famosa santa agustina, que tuvo visiones sobrenaturales de la vida de Jesús y de María, nos dice al respecto por revelación divina: “He visto a Santiago rezando en Zaragoza, vi venir un resplandor del cielo sobre él y aparecieron ángeles que entonaban un canto muy armonioso, mientras traían un pilar de luz. En el resplandor del pilar vi a María Santísima de nívea blancura y transparencia, de mayor hermosura y delicadeza que la blancura de una fina seda. Estaba de pie, resplandeciente de luz... Entonces, vi que Santiago se levantó del lugar donde estaba rezando de rodillas y recibió internamente de María el aviso de que debía erigir de inmediato una iglesia allí”.
De esto mismo habla también la Venerable Madre María de Agreda en la “Mística Ciudad de Dios”. “Manifestósele a Santiago la Reina del cielo desde la nube y trono donde estaba rodeada de los coros de los ángeles. El dichoso apóstol se postró en tierra con una profunda reverencia y vio la imagen y columna o pilar en mano de algunos ángeles. La piadosa Reina le dio la bendición en nombre de su Hijo y le dijo: El Altísimo y Todopoderoso Dios del cielo ha señalado y destinado este lugar para que le consagréis y dediquéis un templo y casa de oración. Yo, en nombre del Todopoderoso, prometo grandes favores y bendiciones de dulzura y mi verdadera devoción y amparo. Y en testimonio de esta verdad y promesa, quedará aquí esta columna y colocada mi propia imagen, que en este lugar donde edificaréis mi templo, perseverará y durará con la santa fe hasta el fin del mundo... Dio humildes gracias nuestro apóstol a María Santísima y Ella, dándole la bendición, la volvieron los ángeles a Jerusalén con el mismo orden que la habían traído. Pero antes, a petición suya, ordenó el Altísimo que, para guardar aquel santuario y defenderlo, quedase en él un ángel santo encargado de su custodia, y desde aquel día hasta ahora persevera en este ministerio y lo continuará cuanto allí durare y permaneciere la imagen sagrada y la columna. De aquí ha resultado la maravilla que todos los fieles y católicos reconocen de haberse conservado aquel santuario ileso y tan intacto por mil seiscientos y más años... Éste fue el origen del santuario de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza” (III, libro 7, cap. 17 Nº 352-354).
Se tiene conocimiento que ya en el siglo II existía allí una pequeña iglesia, dedicada a María. Esta Iglesia se amplió en el siglo IV con la libertad de Constantino. En 1434 un incendio destruyó el templo románico, pero se salvó milagrosamente la imagen y el pilar. Allí se edificó una iglesia gótica. El 25 de julio de 1681 se comenzó la actual Iglesia de 15 torres y 130 metros de largo, por el arquitecto Francisco de Herrera.
Por supuesto que el santuario del Pilar de Zaragoza es el santuario mariano más importante de España. Allí se realizan constantemente grandes milagros. El más famoso fue el ocurrido el 29 de marzo de 1640 a Miguel Juan Pellicer, natural de Calanda. Hacía dos años y cinco meses que le habían amputado una pierna y la habían enterrado en el cementerio del hospital. Todos los días pedía limosna a la puerta de la basílica del Pilar y se ungía su muñón con el aceite de la lámpara de María. La noche del 29 de marzo de 1640 se despertó con la pierna totalmente entera y nueva. Era su misma pierna, porque aparecían las huellas de la mordedura de un perro de años atrás. Este milagro fue certificado por las principales autoridades de la época. El notario de Mazaleón, Don Miguel de Andreu, tomó nota en un acto público con la firma de muchos testigos y este documento se conserva en el Despacho del alcalde de Zaragoza. El arzobispo de aquel tiempo, Don Pedro Apaolaza, aquel mismo año, dictó sentencia en estos términos: “Pronunciamos y declaramos que a Miguel Juan Pellicer le ha sido restituida milagrosamente la pierna que antes le habían cortado”. Lo mismo declaró el jefe de la Diplomacia, conde de Peñaranda, Don Gaspar de Bracamonte.
Durante la guerra civil española ocurrió otro gran milagro. El coronel Sandino ordenó al alférez Villa Ceballos bombardear el templo del Pilar. Era el 3 de agosto de 1936. La primera bomba cayó en el río y la cuarta en la puerta principal de entrada, las otras dos cayeron sobre la basílica, pero ninguna de las cuatro estalló. Después del incidente, comprobaron que estaban en perfecto estado y tuvieron que desactivarlas fuera de la ciudad. Actualmente, el casco de las dos bombas, que cayeron en la basílica, se encuentra en dos columnas del templo para recordar el milagro de nuestra Madre.
En este santuario se encuentran las banderas de todas las naciones hispanoamericanas, pues, no por casualidad, el doce de octubre de 1492, fiesta de la Virgen del Pilar, se descubrió América y llegó la fe católica a aquellas tierras en alas de la nao “Santa María”. A Ella, todos los días al atardecer, los marineros le cantaban la Salve, pidiendo éxito en su empresa, como así fue, para gloria de Dios.
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